La sonda Galileo, una misión de la NASA lanzada en 1989, se convirtió en un símbolo de la exploración espacial interplanetaria y en un testimonio del deseo humano de comprender los misterios del sistema solar. Su objetivo principal era estudiar el planeta Júpiter y sus numerosas lunas, incluyendo las famosas Ío, Europa, Ganimedes y Calisto. Durante casi ocho años, Galileo exploró Júpiter y sus satélites, haciendo descubrimientos que cambiaron nuestra comprensión de este gigante gaseoso y sus lunas.
Descripción
La sonda Galileo estaba compuesta por dos partes: el orbitador y una sonda que se separó del orbitador y descendió hacia Júpiter en 1995. El orbitador estaba equipado con una variedad de instrumentos científicos para estudiar el planeta, sus anillos y sus lunas, mientras que la sonda se centró en recopilar datos sobre la atmósfera y la composición química de Júpiter.
Uno de los mayores logros de Galileo fue el estudio detallado de las lunas de Júpiter, en particular, Ío. La sonda reveló que Ío es un mundo volcánico con actividad geológica inmensa, donde los géiseres de azufre y lava fundida brotan a lo largo de su superficie. Galileo también observó evidencia de agua líquida bajo la superficie helada de Europa, lo que planteó la posibilidad de vida en el océano subsuperficial.
Además, Galileo estudió el campo magnético de Júpiter, la composición de sus anillos y la atmósfera del planeta, lo que proporcionó datos cruciales para comprender la dinámica de la gigantesca tormenta conocida como la Gran Mancha Roja.
Resultados
Anécdotas y curiosidades