El Telescopio Kepler estaba diseñado para observar una región específica del cielo, conocida como el «campo de visión», que contenía alrededor de 150,000 estrellas. La idea era detectar exoplanetas utilizando la técnica de tránsito, que implica observar la disminución periódica de la luz de una estrella cuando un planeta pasa frente a ella. Estos tránsitos revelarían la presencia de planetas y proporcionarían información sobre su tamaño, órbita y distancia a su estrella anfitriona.
Uno de los mayores logros de Kepler fue la confirmación de que la galaxia está repleta de exoplanetas. En sus más de nueve años de misión, Kepler descubrió miles de exoplanetas, incluyendo una amplia variedad de tamaños y órbitas. Algunos de estos planetas se encontraban en la zona habitable de sus estrellas, donde las condiciones podrían ser propicias para la existencia de agua líquida y, posiblemente, vida.
La misión de Kepler también ayudó a revelar la diversidad asombrosa de sistemas planetarios en el universo. Se descubrieron planetas rocosos, gigantes gaseosos, sistemas con múltiples planetas y mundos que orbitaban estrellas enanas rojas, entre otros. Estos hallazgos cambiaron nuestra comprensión de la formación y evolución de sistemas planetarios.
La misión del Telescopio Kepler concluyó en 2018.